lunes, 12 de diciembre de 2011

pacheca mexicana

son las seis y media de la mañana en las montañas de las afueras de san cristobal de las casas, escribo desde un teclado de mierda que me impide cuidar la ortografia. bebiendo agua de jamaica el amanecer sin haber dormido resulta mas llevadero.

hay mucho por escribir, de cuba y de mexico, tantos millones de cosas...

mexico, pais de colores, chile,mota, musica y buena onda...

en algun lugar del mundo sigo existiendo, sintiendo, recordando, acumulando,soñando, decidiendo, caminando, olvidando...
de pronto el presente resulta sencillo, el tiempo es infinito y prisa mata

de pronto me doy cuenta de que seguro que tenias tus razones y una parte de mi te sigue soñando al otro lado del mundo, pero sin dolor ni anhelo....no me arrepiento

no me arrepiento de nada porque cada camino es bueno

de nada valen el miedo, la indecisión, los y si, los quizás,el planear tanto.

no crecimos en la paciencia, en el flow, pero aprendemos lo sabio de la gente sencilla y sabia de otros lugares del planeta

todo es musica, color...estimulos

no echo de menos nada, mi casa esta donde este y me voy sintiendo bien, segura en cualquier lugar

cuba,volver a cuba...

escribir, escribir cosas que digan algo, que merezca la pena leer

miércoles, 24 de agosto de 2011

Mi barca

Mi barca no podía ser de mar, tenía que ser de tierra. Ahí, en medio de toda la aridez, estaba mi barca.
Y yo me he vuelto tan dispar, tanto que esa falda verde de flores es mi prenda favorita.




Mi barca pone "sabotaje al montaje", es una barca de mierda, cutre y rota, que se hundiría hasta en la arena.
Pero apuesto lo que sea a que volveré a ser capaz de tantas cosas...volveré a ser capaz de navegar sin mar, con mi barca, con mi pequeña barquita de tierra...


Formas como mundos

Una mañana las playas son de pronto para andarlas. No soy capaz de abarcar toda su riqueza, toda su potencia. El mar se recrea en estos parajes insólitos.



Caminando por las playas del norte de una isla, aquellas en las que la roca volcánica se funde brutalmente, sin difuminarse, con el mar, se ven fractales inexactos e imperfectos. Son mundos a pequeña escala, donde podrían jugar personas, seres, de ese tamaño. Hay casitas, castillos, puentes y hasta poblaciones. Es una pequeña fortaleza en el mar.




¿Ven lo mismo que veo yo? Si por un momento nos hacemos pequeñitos podremos viajar por torres de piedra inquebrantables, desordenadamente alzadas, directamente expulsadas del fondo de un volcán. Enormes cenizas.




Podemos viajar por donde el mundo tiene incluso colores.




Navegar por inmensas gargantas.




Construir una linda casa.


Con hermosas vistas.



Senderos increíbles por descubrir, que siempre guardarán algún misterio.




Es una mañana perfecta. Sola y tranquila, recorro mi fortaleza marina, sintiendo cada rugosidad de las rocas en las plantas de mis pies. El viento sopla en su justa medida, la humedad se huele pero no se respira, el aire es puro, huele a salitre y a plantas del mar. Un olor que excita sobremanera todo mi sistema límbico, atado a él con un ancla desde que tengo memoria. 

Euforia táctica y pretendidamente contenida.

martes, 23 de agosto de 2011

Estoy tó indignao


"¿Cómo te va? ¿Estás contento?

Ahora con toda la movida del 15M me acordé de ti por eso de "los indignados", es una palabra tan gnómica...y ya después de esta movida del 15M pestilentemente reformista, la palabra "indignado", tu palabra, está algo contaminada, aunque no en el recuerdo.
 
Un abrazo grande."


Indignado. Esa palabra que parece que acaba de empezar a existir. Tengo un amigo, Aday, el Gnomo, que siempre la ha usado, "me indigna", o "estoy tó indignao". Y para mí siempre seguirá siendo su palabra, esa que nos producía tantas risas, además de por cómo la decía, de por cómo gesticulaba. 

Te echo de menos y me acuerdo de ti. Eres muy grande. 

No siempre te he entendido, pero siempre te he admirado, y siempre te he querido.

Por cierto, felicidades, hoy es tu cumpleaños.


domingo, 21 de agosto de 2011

Positivo

Fue divertido. Su mirada, la mía.

-¿Qué es esto? (parecía jamón serrano en el plato de pasta)
- Cebolla roja...¿eres vegetariana?
- Sí.
- Yo también.

Su mirada. La mía.
Pone una canción, la canta, la canto.
Su mirada. La mía.
Pone más canciones. Las canta, las canto.
Su mirada...

Se cambia de ropa.
Está guapo, guapísimo, con un pantalón azul cortado, un pulover verde a rayas, unos zapatos rojos.
Debajo de la capucha me fijo en su nariz y en sus dientes. Es armonía.

Me mira, me mira mucho.

Me baila, le bailo.
Hablamos.
Me busca, lo busco, entre la gente, toda la noche, nos buscamos.

- Yo sólo bebo cerveza
- Y yo
- A veces otra cosa, depende...
- Y yo...
- ¿Compartimos una ginebra?

Ya van tres y el simple acto de pasarse un vaso se convierte en un juego sensual e imparable.
Deseo que me pases la ginebra, no por la ginebra sino por cómo me la pasas, por lo que harás, por cómo buscarás el contacto, la mirada, la sonrisa. Nunca la ginebra fue tan dulce, ni tan viva.

En el camino de vuelta estás igual de guapo, estás perfecto, precioso.
Me miras. Te miro. Y cuando no nos miramos, sabemos que nos estamos mirando.

- ¿A qué hora entras a currar?
- Prefiero no pensarlo.

Amanece en tu enorme terraza, te haces un cigarro en el banco empapado de lluvia. Te sientas en la parte rota del banco, a mi lado, aunque hay más sillas, tú te sientas a mi lado. Y eso es mejor que la ginebra, que tus movimientos, tu voz y todos tus juegos.

- ¿Habrá que aprovechar el tiempo, no?

Me has dejado sin respuesta. Es todo tan natural que parece incluso real. Lo haces fácil, niño, eres genial.

- Ey, nos vamos adentro.

Somos tres, sobra uno. Me tumbo en tu enorme cama con tanta confianza como si lo hiciera todos los días. Me miras, te miro, nos miramos de otra manera. Me quito los zapatos. Miras mis pies, mis uñas de lila, mis tobilleras de plata...te gustan...los tocas, No, los acaricias.




Somos dos. Sólo dos ya, que se empiezan a acariciar como si llevaran haciéndolo toda la vida. Que se buscan las cosquillas. Que no tienen prisa. Suena Morcheeba.  ¿Son besos o qué son? Hacía mucho que algo no me sabía igual. Chico...¿cómo es posible que lo hagas todo tan sencillo?

Antes de arrancarte el pantalón me lo dijiste, me lo dijiste y fue muy natural. La información es poder, pensé, y nunca me alegré tanto de que así fuera. Así pude tenerte para mí, sin miedos, con toda tranquilidad. Disfrutarte.

Toda ella entera, fue una noche como pocas. Como pudo haber sido un día como pocos.

Contigo seguramente serían buenas cualquier hora o cualquier lugar.

No era fácil, no, despertar eso en mí, aunque pensaras que sí, no era nada fácil...y nunca se vio nada tan fácil, nada tan sencillo, como crear un mundo contigo, de esa manera.




Es pleno agosto pero salgo de tu cama y hace frío, pongo mis pies sobre el asfalto y entonces me quemo, he dormido cinco minutos y he de llegar al otro lado de Madrid... Hace frío, ahora de verdad, es sábado, la gente duerme, yo sólo me arrastro y te imagino en tu cama...

lunes, 8 de agosto de 2011

Patxarán en Siberia

Es cierto que para salir de fiesta en condiciones hay que estar entrenada.
Ayer debió de invadirme algún espíritu norteño, puesto que pese a la lluvia y el frío en pleno mes de agosto, seguí adelante con las cervezas y el patxarán. Para disfrutar relamente de la fiesta, hay que tener cuerpo de fiesta. Y, lo primero, saber reconocer cuando se tiene realmente ese cuerpo de fiesta.

Estrené los veinticinco años de forma un poco decadente. El jueves salimos, concierto, palique, kalimotxos (¿cuántos años podía hacer que no me tomaba uno?) y llegar a las 7 a casa (¿cuántos meses hacía que no llegaba a esta hora a casa?).

El viernes mi mayor hazaña fue poder llegar a pie hasta las txosnas...una vez allí no bebí nada y me quedé dormida en el suelo a eso de las 3. Sí. Encontré la excusa perfecta "hoy es el día de retomar fuerzas para mañana" y así me fui contenta a casa. Eso sí, a la mañana siguiente envié a un amigo el mensaje de la derrota: "estoy cabreada conmigo misma porque no aguanto una puta fiesta, bostezo cada diez segundos...". Tal cual, bostezaba cada diez segundos.

Pero el sábado, gracias al espíritu norteño pude darlo todo como nunca, tanto que acabé resbalando y cayendo de culo en el suelo enchumbado de un bar. Emperretada en dormir en un césped y haciendo un poco de humor canario a los vascos.

Vitoria, tal cual la recordaba, una ciudad que no está nada mal, pero en la que a mí me costaría vivir. Un clima impracticable, como siempre. Pero de fiestas es genial, hay ambiente fiestero por todos sitios, gente por todas partes, muy buen rollo y muy muy muy poca policía, cosa que es de reseñar.

¡¡Poca policía, mucho patxarán!!




                                        Ah, de este arbolito sale el patxarán.


Me despido de las fiestas con esta canción:






¡Y hasta la próxima!

miércoles, 27 de julio de 2011

Filosofía de terraza de verano

"Cuando te duchas con agua fría la sangre se sulfura y entonces el cuerpo se calienta" se escucha en una terraza de una calle cercana al estadio del Rayo.




Hoy salí antes del curro, no podía más. No se puede trabajar con 80/50 mmHg de tensión arterial a 40ºC en un descampado de la periferia madrileña. No hay que dejarse invadir por la responsabilidad. Nuestro trabajo nunca estará lo suficientemente bien recompensado como para tener esas consideraciones hacia quien dirige, hacia quien malpaga, hacia quien opina de algo que no conoce y quien nunca se ha ensuciado las manos.

En fin, que por haber salido antes del curro pude escuchar esta gloriosa afirmación. El trabajo que tenemos, tal y como existe, es una mierda...pero frases así te alegran el día.

sábado, 23 de julio de 2011

Solas

Las farolas se derriten, la luna se fragmenta engendrando casi una nueva luna.
Yo, mientras, necesito mi soledad, huyo hacia mi rincón.
Otra noche vallecana más que parece querer huir de sí misma rumbo del amanecer.

Afuera, Vallecas.



Adentro, yo.





Solas las dos.



Lejos de todo, Madrid.

viernes, 8 de julio de 2011

La mochila. Una entrada que no interesará ni a Perry Mason.

Esta entrada es una mierda, muy aburrida. Lo único salvable es la caricatura del final, a la que les remito al más puro estilo Rayuela si así lo prefieren: sigan por "La otra opción..".
O bien aguanten el tochazo previo, allá ustedes.

¿Cómo se hace una mochila para un viaje tan largo? Es sencillo. Como si fueras a irte sólo una semana pero teniendo en cuenta la necesidad de invertir en tu descanso físico y mental, para que el viaje no te desgaste en exceso. A la vuelta de mi viaje, cuando lea esto seguramente me reiré y pensaré en lo inexperta que era. Podré volver a escribir algo así pero quitando y añadiendo cosas...vamos, que me reiré. Entonces podré escribir algo que pueda ser de provecho para otras personas.

Lo primero: el bienestar. Es preciso llevar el menor peso y el menor volumen posibles, básico, puesto que viajas con la mochila a cuestas, en cada ruta, en cada trecho, ya que es un camino que solo va hacia delante, sin campamento base, o al menos sin él por un tiempo prolongado. Pero saca la balanza: no hay que sacrificar en comodidad en el descanso ni en salud.

- Mochila: ajustable, transpirable, ligera, con impermeable incorporado.De 40 ó 50 litros. Entre 80 y 100 euros. Las dos mochilas que tengo, ninguna me vale para viajar tanto tiempo. Para un viaje de un mes de no parar de caminar con ella encima, ya hay que hacer una buena inversión en mochila. O de una semana, si me apuras. Inversión al canto.

- Saco de dormir de buena calidad y que pese y ocupe poco. Ya tenía uno así. Llega hasta 5ºC y pesa 600 g.

- Esterilla, la más cómoda que exista, que pese y ocupe poco. Las mejores son las de Therm-a-rest, unas irlandesas verdes, no podían ser de otro color. La estándar pesa 900 g., más que una colchoneta normal, pero es autohinchable, mucho más comoda y mucho menos voluminosa. Eso sí, 65 euros.

- Mosquitera. Tenía una, pero me pillé otra tres veces más ligera y tres veces menos voluminosa. 400 g.
Vale 14 euros.

- Una toalla de microfibra.

- Mis ya añosas pero intactas e increíbles Merrell como zapato de cabecera (¡ja!). Unas cholas de calamares  de esas de plástico que se agarran al pie (ducha e inmersiones en rocas).

- Ropa: dos pantalones y dos camisetas. Tres bragas, tres pares de calcetines y dos sujetadores. El bikini. Chubasqueiro amarelo, polar y cortavientos.

- Neceser con las cuatro cosas básicas. Cepillo de dientes, hojilla, peine, cortaúñas, desodorante, jabón y copa de luna.

- Pequeño botiquín.

- Cosas varias: pasaporte, tarjeta, cartilla internacional de vacunaciones, título, CV, cámara sencilla que pese poco y que si me roben no me amargue, navaja, linterna, permetrina.

Esto es todo. Son un montón de cosas, pero menos me parece una puta mierda. Qué complicados somos.

La otra opción es dormir en la tierra, pasar frío, tener lumbalgia y contracturas, cansancio acumulado, doblarme un tobillo o desarrollar fascitis plantar, pillar la malaria o el dengue, sufrir rechazo social por ir desnuda, que me crezcan los pelos del sobaco hasta el infinito y empiece a oler a hurón, que los dientes se me caigan precozmente y al aliento huela a gnomo,  ir chorreando menstruación, que las uñas me crezcan a lo bestia y el pelo genere una mala imagen que haga que no me cojan en autostop, morir por shock anafiláctico o por diarrea, sufrir dolor, quedarme sin un puto duro, quedarme en una aduana por no poder demostrar que estoy vacunada contra la fiebre amarilla, comerme las cosas con cáscara, meterme ostias en la oscuridad...vamos, una auténtica desgracia.

Bendita y maldita cultura. He tratado de justificar por qué llevo cada una de las cosas que llevo. Lo único que no tiene justificación es la cámara de fotos. Aunque luego sacaré en total 40 muy escogidas fotos.

Venga, la próxima entrada será para desmitificar la malaria, esa gran temida. El problema no es la malaria, sino las condiciones sociosanitarias de la población que la sufre. Yo aprendí la verdadera lección en Benin, en la época de la pequeña sequía. No la aprendí sentada en la silla de mi occidental facultad de Medicina con suelo de mármol, por muy bonitas y necesarias que fueran las clases.

Buenas noches.

Sí.

Sí. Punto y final.

Nada más que decir.

Nada visceral, nada que suene a auténtico.

Con un punto y final nunca hay retorno.

¿No?


sábado, 18 de junio de 2011

El pasaje

Aquello de billete es que se me ha pegado de los godos.
Tengo que decir que me ocurrió lo de la asistolia una hora después de comprar el pasaje. Cualquier persona mínimamente supersticiosa no se iría.
En fin, que ya está, 27 de septiembre. Quedan tres meses. Nada.
27 de septiembre, mi día, mi día de llegar a Galicia, que igualmente fue mi día de abandonar Galicia, es también mi día de irme a México. Cualquier persona supersticiosa escogería ese día para marcharse.
Neutralizada la cosa, me marcho. Pero no porque esté neutralizada, porque me marcharía igual.
Sólo espero que el avión no caiga de cabeza en medio del Atlántico. Lo demás, me da todo igual.

Esto para ahuyentar a los fantasmas:

Asistolia

Es una palabra que usamos los médicos para indicar que el corazón se ha parado.
Hay una parada cardiorrespiratoria. Todo para, nos miramos y todo cambia. No importa la causa, al menos en un principio: empezamos de cero, todo es nuevo. Reanimación cardiopulmonar. Compresiones, insuflaciones. AMBÚ. Adrenalina. Homeostasis.
Aunque el corazón se pare, estaremos media hora volcados en él. Varias personas luchando con sangre, sudor y lágrimas...por un pequeño músculo ajeno. Si tras media hora todo sigue igual, sólo resta comprobar la muerte. Yo, con solo un año de experiencia profesional ya lo he vivido, en medio del barro y la mierda, en un lugar difícilmente accesible a los servicios sanitarios de urgencia, aquí, en el primer mundo, en el mundo civilizado, en el puto gueto. Lo he vivido demasiado pronto y con una persona conocida, con cara, nombre, apellidos e historia.
Se dejó morir. Pero no esperábamos que fuera a ocurrir tan pronto, ni de esa manera. Llegué y me reconoció, me habló, me supo explicar que le pasaba. Primero pérdida del control de esfínteres, parálisis muscular, hormigueos y temblores. Cara de pánico. Cara de muerte. Cara de saber que iba a morir. Agarrarse a mí, tan tan fuerte...y mirarme con cara de pánico. De pronto perdió la consciencia. En segundos el pulso periférico. El pulso central. El latido cardíaco. Asistolia, sí. Y no hubo manera de sacarlx de ella.

Es imposible de explicar la marca que sabes que te va a dejar. La primera vez. Sus ojos fijos grabados a fuego en mi retina. Sus últimas putas palabras. La caca que le manchaba el cuerpo. La rigidez, la frialdad. Desnudx sobre la tierra en un paraje inhumano. La gente gritando alrededor.

Es imposible sentirlo, sentir la tensión, sentir lo que sientes tras ese momento en que se llevan el cadáver. Me doy la vuelta, marcho como una autómata herida. Tras dos horas, por fin puedo llorar. Es el momento. Ahora empieza todo. Empiezo a llorar. Empiezo a sentir culpa pero rápidamente sé que no he de ir por ahí. "Siempre se puede hacer mejor" me digo. "Elsa, no vayas por ahí" me dicen.
Un chico, un desgraciado, sin techo, sin dinero y sin cariño, uno que me conoce, se acerca y me dice: "¿Puedo abrazarte? Tu profesionalidad no está en duda".
Después de llorar me quedé callada, muda, con la mayor cara de seriedad que he tenido en mi vida, eso seguro. Salí de trabajar, cogí el tren como cada día. Pero no miré los minutos que quedaban para que llegara, no elegí la canción para escuchar por el camino. Llegué a mi casa. No pude atender a nada, no pude concentrarme en nada. Ducha. Tras dos horas de aparente calma, rompí a llorar. Un llanto inconsolable, ansioso, desatado, incontenible. Luego, el dolor de cabeza. Ya de madrugada me dormí. En sueños, lo reviví todo minuto a minuto. Cuando desperté, su cara en mi cerebro. Boca abierta, ojos fijos, desnudx. Muertx. A lo largo del día he tenido esa tensión en los ojos previa al llanto...pero no lloré.
Esta noche, tras la ducha, tras relajarme y tumbarme en mi hamaca colgante...rompí a llorar. Aún queda más. Imágenes fijas, momentos inolvidables.

Nunca olvidaré su nombre, su edad, sus patologías de base, su voz y su sonrisa.

Lo más importante es que hoy me desperté y las primeras palabras que dije fueron: "¡paradas cardíacas a mí!". Y dentro de mí yo sé, con toda certeza, que la próxima vez que me pase lo haré diez veces mejor.

jueves, 9 de junio de 2011

En el trabajo

"Me gusta mi trabajo"...suelo decir. Pero también me destroza, me da dolor de cabeza, me genera contracturas en la espalda y no me deja usar mi ropa. Durante los próximos once días no tocaré otra ropa que no sea el uniforme laboral. Es odioso.


A lo que iba, en mi trabajo se habla de cuatro cosas:

1. El fútbol: no podemos vivir sin saber qué equipo ficho a qué jugador y cuánto le van a pagar. Sin hablar de lo que pusimos en la quiniela, o lo que ganamos con ella, que casi siempre es nada. Del resultado del día. De a qué hora es el partido. De lo que dijo tal entrenador. Del buen gol, del buen pase.

2. Las series y programas de televisión: hay qué saber cuál es la novedad, qué pasó en el culebrón, qué dijo el presentador y joder, la puta publicidad. Hay que conocer los últimos anuncios de la tele para que cuando te pregunten: "¿has visto ese anuncio que...?" y a todos los famosos como si fueran de tu familia.

3. La hipoteca: cuántos años vas a estar pagando, cuánto pagas al mes, la puta hipoteca, joder con la hipoteca, es que claro, yo me juego la hipoteca. Elsa, cómo se nota que no tienes hipoteca.

4. Los coches: cuál es el mejor, cuántos caballos tiene, cómprate éste, cuánto vale, nooo! los kilómetro cero, ah! que tiene bluetooth, de cinco puertas eh, el ibiza es la puta polla, se me jodió tal pieza, qué putada, tengo entradas para la feria del automóvil.

Entre el trabajo, el banco, tener a punto el coche, las casas-hormiguero por las que se dejan la vida y que les roban el sueño, el fútbol, la quiniela y la teledroga...pasa la vida. Teniendo en cuenta todo el tiempo que roba el trabajo, en el tiempo libre hay que atender el resto de cosas citadas. Y tener hijos, claro. Vida completa sin salir de tres trayectos habituales. Casa, centro comercial, trabajo, banco, centro de salud y, si queda tiempo, un parque (siempre el mismo).

Esta vida no la quiero. No sé cuál quiero, pero ésta no. Quizá nunca lo sepa mientras la vida corra.

Y mientras transcurre la hora de la comida en el trabajo, rodeada de gente que en su mayoría habla de series, coches, hipotecas, fútbol...con suerte mi mente vuela muy lejos soñando o, si hay mucha suerte, no pensando en nada. Si no hay suerte, y estoy para el no, es que no. Entonces apuro mis lentejas, a veces hasta con ansiedad...recojo y corro hacia algún lugar de la oficina donde sea menos difícil soñar.

miércoles, 1 de junio de 2011

Sólo billete de ida

Ya estoy nerviosa. Esto empieza a tomar forma. Aquí está el desvío del que hablaba. Dejo atrás los fantasmas y también todo lo bueno; de por medio pondré todo un océano, el océano que ha rodeado casi toda mi vida, mi Atlántico. Dejo atrás Madrid y sé que para no regresar a esta ciudad que me ha dado tanto: tanto bueno y tanto malo. Aún me quedan cuatro meses, pero lo vivo como si fuera a ser mañana. Disfruto cada momento al máximo. Mi barrio, Entrevías, al que cada día me hago más. Mi trabajo, que me apasiona. Abandonarlo me hará llorar, me entristecerá. Dolerá mucho dejar atrás a tanta gente con nombres y apellidos, con cara, carácter e historia. Gente que me ha acompañado desde una o desde otra posición. Gente que ha depositado toda su confianza en mí, gente muy valiosa. Mis amigos, cada día menos y cada día más dispersos. Mi madre, que me lo ha dado todo y que, siendo ella tan viajera, no comprende del todo mis viajes...y curiosamente teme por mí. Y finalmente, me alejo aún más de mi tierra, de mis pequeñas islitas africanas y preciosas, que siempre llevo en el corazón.
Qué le voy a hacer, si el gusano del nomadismo sigue reptando dentro de mí. Ganas no me faltan de tener un rincón cálido y personalizado por un tiempo, pero no es el momento, algo arde muy fuerte en mis batallantes adentros, en mis hermosos y terribles abismos.

¿La ruta? Probablemente larga y en cierto modo, indefinida. O más bien, incierta. Una ruta por la hermana Latino. Lo único que veo claro a día de hoy es que a principios de octubre me voy para México. De allí, no mucho tiempo después, cogeré un barco que desde el Yucatán me lleve a Cuba. No sé cuánto tiempo estaré en Cuba, país en el que además intentaré realizar una breve estancia profesional, pero sé que el siguiente destino es Honduras, donde hay un remoto plan muy levemente esbozado. De ahí en adelante, ni idea.
Aunque reconozco que la cosa más rara y dispar que me podría suceder es terminar en Canadá, sueño que tengo y que es improbable que se realice en este momento de mi vida...pero no imposible. Reservemos más sueños para el futuro. Pero yo, por si acaso, me llevo mi título incluso traducido al inglés.

En cuanto a mi salud, tras mi estancia en Benín hace dos años, decidí no volver a realizar profilaxis farmacológica de malaria aún cuando esté recomendado. Mi profilaxis (cuando la requiera) será la lógica, el picante, los colores claros y, en las horas oportunas, la ropa larga. Y mi tratamiento, si procediese, altas dosis de Malarone por unos pocos días, por mucho que a mi hígado le pese y, queridos viajeros, ni hablar del Lariam.

¿Dinero? Poco. No me voy con una fortuna, ni mucho menos, aunque sí con algo. Ahí me la juego. Espero que, si se hace necesario, las tareas de una médica (o de lo que se tercie) apasionada sean al menos gratificadas con un plato de comida y un sitito donde dormir.

En fin, que me quedan aún cuatro meses en Madrid y estoy escribiendo como si me marchara mañana. Los que me lean y me conozcan, lo entenderán. Elsita es así, con sus sueños, con sus ilusiones. La mayoría, ahí se quedan...pero alguna progresa. Y ésta es una de las grandes. Una fuerte apuesta. Quienes han estado a mi lado en el último año lo saben. Saben lo que supone, lo que me ha costado saber lo que quiero ahora. Pero sólo yo sé lo que he ganado por dudar, por coger un rumbo inesperado, por postergar la decisión hasta que llegara el momento de poder ver con claridad, por aguantar estoicamente la ansiedad que a veces supone amanecer un día más a oscuras. Por sufrir algún desengaño en el camino.

Y ahora, también sé lo que gano por dejar esto atrás y saltar, saltar muy lejos y no sólo en el mapa.
Es que ya lo dije:




A los que sé que estarán a la vuelta, a esos poquitos, conmigo los voy a llevar, cada día.
A quien se ha apartado de mí, ante mi sorpresa y supongo que con sus razones, también lo llevo, inevitable, pero cada día menos, cada día más borroso, cada día más lejano. Y que así siga.

Me voy, al menos gran parte del camino, con mi amiga, con mi niña, con mi fiera salvaje, con la mujer libre, con mi chiqui, a vivir en el camino. Ella ya está allí. Y sé que uno de los momentos más grandes de mi vida, que será el inicio de todo, que será una explosión de alegría, será cuando nuestras miradas cómplices se crucen en un aeropuerto mexicano.

Este puto insomnio hacía tiempo que no me visitaba. En fin, trataré de narrar parte de mis vivencias superfluas y también de las más hondas durante el tiempo que me queda en Madrid.
Esta vez sí... ¡empieza la cuenta atrás!

martes, 17 de mayo de 2011

Elysia chlorotica

Un amigo me dio a conocer este caracol-planta que les voy a presentar, que vive en la costa pacífica de América del Norte.

Adoro los cloroplastos, son bonitos. Para quien no los conozca, son un orgánulo que se encuentra en las células de las plantas. Es una parte de su maquinaria celular, destinada concretamente al hermoso proceso de la fotosíntesis, mediante el cual la materia inorgánica es transformada en orgánica con la intervención de la energía lumínica, y con la secundaria obtención de oxígeno. 
Es decir, que gracias al sol, las plantas generan energía química, aprovechable, a partir de energía solar. Grandioso. Los mecanismos son complejos y hermosos, muy interesantes de estudiar.
He aquí un conjunto de células de plantas con sus cloroplastitos dentro:


Y he aquí el detalle-esquema de un cloroplasto:


Pues bien, hasta hace poco se suponía que las plantas, al ser los únicos seres que poseen este tipo de orgánulos, eran los únicos organismos capaces de realizar la fotosíntesis. Pero hemos tenido el placer de conocer a un hermoso ser vivo, a Elysia chlorotica, un caracol que se alimenta de algas y almacena sus cloroplastos. Los mantiene y gracias a ellos hace la fotosíntesis. Gracias a ellos también adquiere el bonito color verde que la caracteriza.

Como nosotros: la respiración a nivel celular, nuestra respiración bioquímica, ocurre gracias a las mitocondrias, unas bacterias que acogimos en nuestro organismo para siempre. Ahora son orgánulos en nuestras células de animal, una parte más de nosotros.

Qué preciosa es la Biología. Es una aberración y lo sé, pero es mejor que la vida, ya que nos ayuda a entenderla. Sin entenderla no existiría, ya que somos jodidamente antropocentristas. Entendiéndola y amándola luchamos contra la idea de Dios.

Viva la Biología. Larga vida a Elysia chlorotica.




                   

Detalles imprescindibles

Dos cuencos con un gato-caracol dibujado, cada uno de un color.
Dos copas gruesas de vidrio verde.
Una cuchara de palo con un trisquel tallado.
La calabaza con la bombilla.
Una piedra lila cuyos dibujos emulan un intestino delgado. Hematoxilina-eosina, hermosos recuerdos, parte de mí, palabras grabadas a fuego en mi memoria.
Mis cortinas moradas-translúcidas con estrellas doradas pintadas.
Un jabón de chocolate, en su jabonera de madera.
La colcha roja de elefantes.
El atril de madera.





Pequeños detalles que hacen que el nomadismo sea más llevadero. Momentos de mi vida, con banda sonora, con una luz concreta al atardecer, una luz ciertamente embrujadora. Es una preciosa penumbra que no me transmite tristeza. Me encanta esta casa que no es una casa, ni es mi casa, ni es nada. Sí, dentro de lo poco adecuado que es que yo diga algo así, digamos que me encanta.