Fue divertido. Su mirada, la mía.
-¿Qué es esto? (parecía jamón serrano en el plato de pasta)
- Cebolla roja...¿eres vegetariana?
- Sí.
- Yo también.
Su mirada. La mía.
Pone una canción, la canta, la canto.
Su mirada. La mía.
Pone más canciones. Las canta, las canto.
Su mirada...
Se cambia de ropa.
Está guapo, guapísimo, con un pantalón azul cortado, un pulover verde a rayas, unos zapatos rojos.
Debajo de la capucha me fijo en su nariz y en sus dientes. Es armonía.
Me mira, me mira mucho.
Me baila, le bailo.
Hablamos.
Me busca, lo busco, entre la gente, toda la noche, nos buscamos.
- Yo sólo bebo cerveza
- Y yo
- A veces otra cosa, depende...
- Y yo...
- ¿Compartimos una ginebra?
Ya van tres y el simple acto de pasarse un vaso se convierte en un juego sensual e imparable.
Deseo que me pases la ginebra, no por la ginebra sino por cómo me la pasas, por lo que harás, por cómo buscarás el contacto, la mirada, la sonrisa. Nunca la ginebra fue tan dulce, ni tan viva.
En el camino de vuelta estás igual de guapo, estás perfecto, precioso.
Me miras. Te miro. Y cuando no nos miramos, sabemos que nos estamos mirando.
- ¿A qué hora entras a currar?
- Prefiero no pensarlo.
Amanece en tu enorme terraza, te haces un cigarro en el banco empapado de lluvia. Te sientas en la parte rota del banco, a mi lado, aunque hay más sillas, tú te sientas a mi lado. Y eso es mejor que la ginebra, que tus movimientos, tu voz y todos tus juegos.
- ¿Habrá que aprovechar el tiempo, no?
Me has dejado sin respuesta. Es todo tan natural que parece incluso real. Lo haces fácil, niño, eres genial.
- Ey, nos vamos adentro.
Somos tres, sobra uno. Me tumbo en tu enorme cama con tanta confianza como si lo hiciera todos los días. Me miras, te miro, nos miramos de otra manera. Me quito los zapatos. Miras mis pies, mis uñas de lila, mis tobilleras de plata...te gustan...los tocas, No, los acaricias.
Somos dos. Sólo dos ya, que se empiezan a acariciar como si llevaran haciéndolo toda la vida. Que se buscan las cosquillas. Que no tienen prisa. Suena Morcheeba. ¿Son besos o qué son? Hacía mucho que algo no me sabía igual. Chico...¿cómo es posible que lo hagas todo tan sencillo?
Antes de arrancarte el pantalón me lo dijiste, me lo dijiste y fue muy natural. La información es poder, pensé, y nunca me alegré tanto de que así fuera. Así pude tenerte para mí, sin miedos, con toda tranquilidad. Disfrutarte.
Toda ella entera, fue una noche como pocas. Como pudo haber sido un día como pocos.
Contigo seguramente serían buenas cualquier hora o cualquier lugar.
No era fácil, no, despertar eso en mí, aunque pensaras que sí, no era nada fácil...y nunca se vio nada tan fácil, nada tan sencillo, como crear un mundo contigo, de esa manera.
Es pleno agosto pero salgo de tu cama y hace frío, pongo mis pies sobre el asfalto y entonces me quemo, he dormido cinco minutos y he de llegar al otro lado de Madrid... Hace frío, ahora de verdad, es sábado, la gente duerme, yo sólo me arrastro y te imagino en tu cama...
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